Un recorrido por las marchas del 20 de mayo

10 de abril de 2024 Por Marisa Ruiz
En esta presentación pretendo examinar el proceso mediante el cual los hechos trágicos del 20 de mayo de 1976 fueron unificando una memoria emblemática del terrorismo de estado en sus diferentes modalidades, y luego dieron lugar a conmemoraciones durante el exilio y la democratización. En lo principal me referiré a las marchas realizadas sistemáticamente a partir de 1996, y a los personajes claves para su realización y continuidad, las circunstancias en las cuales éstos actuaron, los procedimientos mediante los cuales las marchan se organizaron, y las formas en que fueron evolucionado hasta llegar a la actualidad con una creciente participación ciudadana.
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Sin entrar en los ricos debates sobre el tema, debo esclarecer lo que entiendo por historia y por memoria. Esta última alude al significado social que se otorga al pasado, mientras que la historia intenta reconstruir e interpretar ese mismo pasado apoyada en documentación objetiva y métodos académicos. Nacen de la misma preocupación y comparten un mismo objetivo: la elaboración del pasado. Ambas están mediadas por el presente, en tanto que el pasado es siempre re significado por el contexto actual.

Los acontecimientos del 20 de mayo de 1976 en Buenos Aires tuvieron la peculiaridad de aglutinar, aunar, unificar simbólicamente en esa fecha una memoria emblemática, que devino colectiva, de las violaciones a los Derechos Humanos practicadas por las dictaduras del Cono Sur: exilios, traslados a centros clandestinos de detención, torturas, asesinatos, desapariciones, secuestros de niños, todo bajo la sombra siniestra del Plan Cóndor. Al mismo tiempo también visibilizó la actuación de redes trasnacionales de defensores de los DDHH movilizadas para salvar vidas, rescatar niños, efectuar denuncias internacionales.

La lucha por estas memorias emblemáticas no es un distintivo local ni regional. La memoria cobró relevancia analítica a partir de la Segunda guerra mundial cuando el Holocausto se constituyó en tema paradigmático. También, lo fueron las memorias de Vichy en Francia, las naciones ocupadas por el nazismo, los países asiáticos invadidos por Japón, las luchas por los derechos civiles de los negros estadounidenses, simultáneamente con las de Europa del Este después la caída del muro de Berlín.

Sin embargo, fue recién en la década de los noventa que los/las especialistas comenzaron a ocuparse de la historia del presente y sus nexos con la memoria. Existen múltiples enfoques pero en esta exposición me concentro en las memorias emblemáticas y públicas puesto que el objetivo es, repito, indagar por qué la conmemoración de una serie de acontecimientos tendió a unificarse y simbolizarse en la fecha del 20 de mayo de 1976, dando lugar a sistemáticas marchas populares, especialmente a partir de 1996.

El historiador estadounidense Steve Stern acuñó el concepto de memoria emblemática, reconocible para el caso chileno después de la dictadura. Este tipo de memoria otorga un sentido interpretativo y un marco amplio a las memorias individuales o sueltas. Los recuerdos adquieren una coherencia que “convence “a sectores significativos para que se reconozcan en el discurso de construcción de las memorias emblemáticas, a las cuales alimentan y de las cuales son el resultado.

La memoria emblemática es una especie de marco, en el cual se organizan y cobran sentido las memorias concretas. Pero para convencer y transformarse en emblemática, estas últimas memorias deben poseer historicidad, es decir, existir en un momento histórico fundacional, en nuestro caso los acontecimientos del 20 de mayo de 1976. Asimismo, deben ser auténticas, autenticidad brindada por la corporeidad de los cadáveres, las desapariciones y las denuncias. En este punto sobresalieron las denuncias de Juan Pablo Schroeder, padre político de Rosario Barredo, concretadas en el habeas corpus que presentó por la desaparición de su familia y en su desgarradora carta rogando la devolución de los tres niños, ampliamente conocida a través de su publicación en varios medios argentinos, entre ellos La Opinión, Clarín y The Buenos Aires Herald, además de cables que llegaron a El Excélsior, Corriere de la Sera y otros. Los niños aparecieron en una comisaría bonaerense el 30 de mayo y trasladados a Montevideo por el Dr. Schroeder. Pousso, 2016

Esas memorias igualmente necesitan ser amplias. “La amplitud y flexibilidad ayuda a construir –desde una multitud de experiencias concretas– el imaginario colectivo como una experiencia, compartido”. Además, deben ser proyectadas en espacios públicos y semipúblicos, como ocurrió en este caso con los entierros en Montevideo y diversos actos en el exilio. También deben encarnarse en un referente social convincente y en portavoces, como lo fueron hasta 1996 los movimientos de Derechos Humanos que tomaron la iniciativa en las luchas contra la impunidad, y posteriormente las Madres y Familiares de los Detenidos Desaparecidos, convocando estas memorias como algo suyo, aunque también colectivo y nacional. Stern, 2013.

Los tiempos de exilio, denuncia y memoria

Los secuestros y asesinatos fueron ampliamente divulgados y conocidos en el exterior. Por ejemplo, las filiales de Amnistía Internacional divulgaron una petición solicitando que un cuerpo independiente visitara e investigara las acusaciones de tortura en Uruguay, lo que constituyó una pieza clave de la campaña pues contenía 300.000 firmantes de 70 países. Por su lado, Wilson Ferreira se encargó de su circulación en Europa, donde residía, y también en Estados Unidos cuando fue citado para declarar ante una comisión de la Cámara de Representantes, el 17 de junio de 1976 (Audiencias de la Enmienda Koch). La Enmienda que tenía el propósito de suspender la asistencia militar al Uruguay durante el año fiscal 1977, fue aprobada por unanimidad y divulgada por el Washington Post, el New York Times y, paradójicamente, por la controlada prensa uruguaya en el malogrado intento de denunciar un complot internacional contra el gobierno.  Ruiz, 2006.

El 20 de mayo se convirtió después en fecha de conmemoración y denuncia de los crímenes de la dictadura en lugares importantes del exilio uruguayo. Uno de los más significativos fue la Convergencia Democrática (1981-84), grupo coordinado por Juan Raúl Ferreira e integrado por exiliados de diversos partidos políticos que actuaron en forma unitaria, sin invocar ni comprometer a sus respectivos partidos. Se la eligió para el primer acto público en México, donde los asesinados fueron presentados como héroes emblemáticos y pioneros, con propósitos de lograr una convergencia opositora. Markarian, 2006.

Hacia finales de la dictadura, mayo de 1984, se intentó conmemorar la fecha con una marcha en Montevideo. Esta fue prohibida por la jefatura de policía, pero cerca de 20.000 personas se trasladaron del Cementerio Central al Cementerio del Buceo, lugar de las tumbas de los legisladores, en una inmensa romería de dolientes. Marchesi, 2002.

En la post dictadura, luces y sombras del 20 de mayo

Al comenzar el primer gobierno electo en 1985, los parlamentarios de todos los partidos denunciaron las muertes de Michelini y Gutiérrez Ruiz, y nombraron una comisión investigadora sobre los hechos. Esta comisión y la Comisión investigadora sobre los detenidos desaparecidos, también creada, trabajaron más de dos años, sin poderes ni recursos suficientes para sus indagaciones. Aunque recocieron en ambos casos la participación de integrantes de las FFAA, faltó la decisión política necesaria para ampliar la investigación y esclarecer el tema. Si bien reconoció la vinculación de 61 militares uruguayos y 3 extranjeros en las desapariciones y torturas en Argentina y Uruguay, concluyó que no eran imputables a decisiones orgánicas de las FFAA. Allier Montaño, 2010.

En ese período 1985-89 los principales acontecimientos fueron la aprobación de la ley de Caducidad de la pretensión punitiva del estado, en 1986, que en la práctica amnistiaba a los perpetradores de las FFAA, y su réplica de 1987, la Comisión Nacional Pro Referéndum (CNPR), un amplio y multipartidario movimiento social que promovió la anulación de dicha ley. Sus presidentas fueron Matilde Rodríguez de Gutiérrez Ruiz, Elisa Dellepiane de Michelini, y María Ester Gatti de Islas, madre y abuela de detenidas desaparecidas en Buenos Aires. Ruiz, 2010.

En 1985, en medio de la euforia democratizadora, se conmemoró por fin públicamente el 20 de mayo. La creación de la CNPR en 1987 esperanzó y motivó a los defensores de los DDHH, y los 20 de mayo de 1987 y de 1988 se volvieron a recordar con actos inmersos en la campaña para la obtención de las firmas necesarias para el Referéndum revocatorio de la ley de Caducidad). Como se sabe dicho referéndum fracasó, pues solo el 42% de la ciudadanía lo apoyó. Ruiz, 2010.

La historiografía de la memoria ha caracterizado el periodo 1989-1995 como el tiempo del silencio. La organización más afectada por dicho resultado electoral fue la de Madres y familiares de detenidos desaparecidos, que hasta pensaron en disolverse como tales. Bucheli, et al. 2005.

Las memorias movilizadas y marchando 

Recién en 1995 algunos sucesos internacionales y nacionales volvieron a agitar el ambiente de los DDHH. Por un lado, en Buenos Aires, con el título “El vuelo”, el periodista Horacio Verbitsky publicó el 3 de marzo una larga entrevista al capitán de corbeta Adolfo Schilling, quien relató las violaciones cometidas en la Escuela de Mecánica de la Armada. Entre ellas, “vuelos de la muerte” que arrojaron vivos y drogados a detenidos desaparecidos al Rio de la Plata, en las cuales había participado. Le siguió una comprensible conmoción pública en ambos países, con protestas, denuncias, y depósito simbólico de múltiples ofrendas florales en el Rio de la Plata. El 25 de abril, Martín Balza, comandante en jefe del Ejército argentino “realizó una mea culpa en televisión, reconociendo el asesinato de detenidos desaparecidos. Acusó a los soldados que habían deshonrado sus uniformes, manifestándose contra la obediencia debida y comprometiéndose a apoyar a quienes brindaran información sobre los detenidos desaparecidos”. Allier Montaño, 2010. Estas denuncias y declaraciones abrieron una nueva etapa de la memoria en Argentina, y también colaboraron con las memorias uruguayas, pues se estimaba que desaparecidos uruguayos podrían haber corrido la misma suerte. Aunque no muy numerosas, las manifestaciones y declaraciones en Montevideo contribuyeron a que el tema se actualizara en los medios.

En el ámbito político, el flamante senador Rafael Michelini, líder de Nuevo Espacio, junto con sus hermanos Zelmar hijo (Chicho) y Felipe, se mantuvieron activos en su compromiso con los DDHH, tanto para esclarecer los asesinatos de su padre y otros personeros, como para denunciar diversos otros crímenes de la dictadura. Los tres, con Rafael como representante público en su carácter de senador, planificaron los pasos y actividades necesarias para movilizar una todavía apática población uruguaya en materia de DDHH.

Previamente a la discusión más amplia de estos temas pidieron una entrevista a los generales y les plantearon hacer un gesto de reconocimiento, sobre todo con relación a los detenidos desaparecidos: “Los generales no realizaron ningún gesto. Entonces, con Felipe y con Chicho, ellos en forma muy, muy reiterada, decidimos que había que movilizar”. “De acuerdo, vamos a promover una marcha, pero tenemos que evitar cualquier duelo de consignas… No pediríamos que juzguen a los militares, sino que entreguen los restos para que las familias puedan llevar una flor, para cerrar la herida porque el Estado tenía una gran responsabilidad. También… acordamos que ese 20 de mayo de 1996 había que marchar pues se cumplían 20 años de los asesinatos. El 3 de abril, El Observador me hizo un reportaje, en el que declaré: "Vamos a marchar, va a ser una marcha de silencio". El diario tituló ese artículo La marcha de  silencio". ¿Por qué en silencio? Por una doble connotación, un doble propósito: era al mismo tiempo una actitud muy fuerte de respeto a las víctimas y, al mismo tiempo, evitaba el duelo de consignas en que la izquierda puede incurrir. Ambas cosas permitían también que todas las personas que quisieran acompañarnos, fueran de izquierda, blancos, colorados…., pudieran sumarse. La convocamos desde el espectro político…. Los familiares adhirieron y se sumaron, y todo empezó a rodar de una forma muy importante” (entrevista personal del 31 marzo de 2024)

Rafael Michelini también confirmó la importancia del apoyo a la marcha del Partido Comunista por intermedio de Marina Arismendi, lo mismo que del PIT-CNT y varias organizaciones de DDHH. Una vez terminada la marcha de 1976, los Michelini insistieron en que en el futuro las marchas tenían que ser protagonizadas y organizadas por los familiares.

En una entrevista de 2005, las integrantes de la organización de Madres y Familiares, Luisa Cuesta y Luz Ibarburu declararon: “Tomamos esa fecha (20 de mayo) porque el primer año quien llamó a la realización de la marcha fue el Nuevo Espacio… los hijos de Michelini… llamaron a todos los organismos de Derechos Humanos para organizar esa marcha. Una marcha que después se ha transformado en una marcha por los desaparecidos, pero es la fecha en que asesinaron a Michelini, Gutiérrez Ruiz, Whitelaw y Barredo” (Entrevista a Luisa Cuesta y Luz Ibarburu, Demasi y Yaffé (coord.), 2005).

La primera marcha se realizó en silencio y con figuras políticas al frente. Luego fue cambiando como es ahora tradicional, con las madres y los carteles de los detenidos desaparecidos en primera plana. La consigna inicial fue “Verdad, Memoria y Nunca Más” y se adoptó el recorrido ritual desde Rivera y Jackson hasta la plaza Libertad, donde se leen los nombres de los uruguayos desparecidos y desparecidas de ambos márgenes del Rio de la Plata.

Palabras finales 

Las conmemoraciones del 20 de mayo representan memorias emblemáticas de violaciones de Derechos Humanos ocurridas en diversas fechas. En particular, las marchas conjugan el presente con el pasado y la franja etaria de los participantes dibuja el contorno de sus memorias específicas. En efecto, los jóvenes, cada vez más numerosos, tienen en mente las denuncias de las desapariciones forzadas que han leído o conocido, mientras las personas mayores recuerdan las fechas en toda su magnitud. Las marchas rememoran los numerosos crímenes de lesa humanidad, crímenes que han sido difíciles de perseguir y condenar en Uruguay debido a la negación sistemática de la Verdad y la Justicia.

Después de 2005 se ha avanzado en acciones de investigación y reparación de las violaciones de DDHH, entre ellas, la creación de equipos universitarios de antropólogos y de historiadores, la apertura de archivos, las excavaciones, la recuperación de los cuerpos de Ubagésner Chaves y Fernando Medina (en 2005), Julio Castro (2011), Ricardo Blanco (2012) y Eduardo Bleier (2019).

También los gobiernos acataron y cumplieron sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la de Gelman en 2012 y la de Tassino, González y las muchachas de abril en 2021. Asimismo hay que destacar el valor de los presos y presas que iniciaron numerosas causas penales, y el coraje de las presas que denunciaron los crímenes sexuales. En años recientes, la valiente y eficaz labor del fiscal Ricardo Perciballe ha permitido juzgar y enviar a prisión a numerosos perpetradores.

Se ha recorrido un trecho en pos del horizonte utópico de la aplicación de los DDHH, en el presente y para el futuro. La gran incógnita todavía en suspenso es la recuperación de los cuerpos y la respuesta a las interrogantes del cuándo, cómo y por qué.

Desde 1996 las marchas se abanderaron, en el buen sentido de la palabra, en las desapariciones forzadas. Las nuevas generaciones, que en parte desconocen los sucesos aquí narrados, caminan en un ejercicio de memoria por la que sigue siendo una herida viva en el cuerpo social, todavía no atendida legalmente ni afectivamente.

El mejor homenaje que los jóvenes pueden brindar a Zelmar y a todos los actores de esta tragedia es continuar marchando resistentemente para seguir persiguiendo la Verdad, la Justicia, la Reparación y el Nunca Más.


Bibliografía consultada.

Allier, Montaño, Eugenia, 2010, Batallas por la memoria. Los usos políticos del pasado reciente en Uruguay.Trilce.

Bucheli, Gabriel et al, 2020, Vivos los llevaron… Historia de la lucha de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos (1976-2005). Trilce.

Marchesi, Aldo, 2002 “¿“Guerra” o “Terrorismo de Estado”? Recuerdos enfrentados sobre el pasado uruguayo.” En Jelin, Elizabeth, (comp) Las conmemoraciones: Las dispuestas en las fechas “in-felices”. Siglo XXl Argentina-España. 

Markarian, Vania, 2006, Idos y recién llegados, 1967-1985. La izquierda uruguaya en el exilio y las redes trasnacionales de derechos humanos, la vasija, CEIU/FHCE/UDELAR, Montevideo.

Pousso, Carlos, 2016.  Rosario Barredo y William Whitelaw, “No nos veremos cada viernes a las diez y treinta”… Planeta, Montevideo.

Ruiz, Marisa, 2006.  La piedra en el zapato. Amnistía y la dictadura uruguaya. La acción de Amnistía Internacional en los sucesos del 20 de mayo de 1976 en Buenos Aires, Argentina. Montevideo: Universidad de la Republica, Departamento de Publicaciones. 2006.

Ruiz, Marisa, 2010.   Ciudadanas en tiempos de incertidumbre. Solidaridad, resistencia y lucha contra la impunidad (1972-1989), Doble Clic, Montevideo.

Stern, Steve, 2013, Luchando por mentes y corazones. LAS BATALLAS DE LA MEMORIA EN EL CHILE DE PINOCHET. Libro Dos de la trilogía La caja de la memoria del Chile de Pinochet. Edición Universidad Diego Portales.

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