Por si el olvido, Recuerdo...
El tiempo nos enseñó a habitar la tolerancia del libre pensamiento, a que se puede ser Rojo hasta el último átomo del cuerpo y aceptar que se puede pensar distinto. Que en realidad ni Marx, ni Engels, ni Lenin escribieron un libro sagrado y definitivo, que sus ideas ni murieron ni fueron enterradas, pero que sí, que es posible interpretarlos de maneras diferentes, y que el pensamiento único es acientífico y que la teoría socialista sólo es, si en ella lleva ínsita la libertad. Que es posible cuestionar a los clásicos para desarrollarlos hacia el futuro. Y cuántas cosas más podríamos decir. Y sin embargo aún existen olvidos imperdonables.
¿Es que acaso uno puede olvidarse de lo que es?
Cuando veo al pueblo, al que sufre y resiste, el que no dice “no puedo más y aquí me quedo”, entre esos miles y centenares de miles de ojos que puedo ver en mi paneo, resaltan unos muy particulares, de una mirada especial, masculina, íntegra, imperfecta, valiente y corajuda, brillosamente inteligente, de las miradas más dulces y tristes que haya visto... es la de Jaime, la que dice: No me olvides.