Agronegocios: impacto global, desigualdad y falsas promesas de sostenibilidad corporativa

Columnas 29 de agosto de 2023 Por Bentaberry, Collazo y Reyes
Los agronegocios, definidos como un conjunto de actividades y sectores vinculados a la producción y comercialización de productos agrarios a escala global, han surgido como resultado del capitalismo global y la expansión de las multinacionales. El texto explora cómo estos han transformado la agricultura, imponiendo una lógica capitalista caracterizada por la utilización intensiva de tecnología, recursos financieros y estrategias globales.
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Se analiza cómo la globalización económica ha dado lugar a un desequilibrio geográfico y económico, con las multinacionales como actores clave en la configuración de este nuevo orden, poniendo al descubierto las prácticas de las empresas transnacionales y cómo afectan en la pérdida de soberanía alimentaria, la explotación de recursos naturales, la contaminación del medio ambiente y la desigualdad en diferentes partes del mundo. 

Se ofrece una visión crítica y profunda de los agronegocios y su impacto global, arrojando luz sobre las desigualdades y contradicciones en las políticas de sostenibilidad corporativa  explorando cómo estos fenómenos están moldeando la economía global y afectando a las comunidades en todo el mundo. 

DESARROLLO 

Los agronegocios suponen un conjunto de actividades y sectores que generan un complejo espacio económico, vinculados a la producción, distribución y comercialización de productos agrarios a escala global, en los cuales intervienen inversiones provenientes de capitales transnacionales. Son el resultado de una lógica capitalista que transformó la cultura agrícola con el objetivo de maximizar la producción mediante la imposición de un paradigma distinto, en especial, por medio de la utilización de maquinarias sofisticadas, uso de grandes volúmenes de energía, utilización de fertilizantes químicos y pesticidas, el empleo de semillas modificadas genéticamente, y la incorporación cada vez mayor de una racionalidad urbana industrial en las actividades agropecuarias (Achkar, Domínguez, Pesce, 2008). 

Son parte de la globalización que resulta ser un desarrollo reciente del capitalismo favorecido por factores como el desarrollo de las TIC, la intensificación de comunicaciones físicas y la expansión mundial de los mercados de bienes y servicios. 

Harvey expresa que el capitalismo “construye y reconstruye una geografía a su propia imagen. Construye un paisaje geográfico específico, un espacio producido de transporte y comunicaciones, de infraestructuras y organizaciones territoriales, que facilita la acumulación durante una fase de su historia del capital que deberá ser derribado y reconfigurado para abrir camino a más acumulación en una fase posterior. Por lo tanto, si la palabra “globalización” significa algo acerca de nuestra geografía histórica reciente, es muy probable que sea una nueva fase de exactamente este mismo proceso subyacente de la producción capitalista de espacio” (Harvey, 2003: 72). 

En este sentido son protagonistas del capitalismo global las multinacionales con una nueva geografía empresarial y una estrategia global. En 1983, Theodore Levitt en un artículo publicado en la Harvard Bussines Review, incorporaba el término globalización a partir de la progresiva uniformización de los mercados como resultado de las estrategias aplicadas por las grandes empresas globales, que venden los mismos productos fabricados y promocionados de igual forma. 

Esta globalización supuso la unificación de los sistemas económicos. Un aumento de la interdependencia entre empresas, sistemas productivos y territorios, vinculados por redes de flujos tangibles e intangibles cada vez más densas y complejas. Los procesos de la globalización, 

son al entender de Harvey (2003), generadores de desarrollos geográficos desiguales, en donde se mantiene la fortaleza de los centros clásicos del poder a costa de la miseria localizada en el tercer mundo (Harvey, 2003: 79). 

El crecimiento de empresas y organismos supranacionales que aplican estrategias globales a la hora de localizar o deslocalizar centros de trabajo, dirigir sus inversiones, buscar proveedores y clientes, canalizando los mayores flujos de inversión, servicios, capital, comercio y conocimiento. Existe una estrecha relación entre la naturaleza de la globalización y la razón de las multinacionales. Las multinacionales se centran exclusivamente en el mercado global, y sus orígenes se hallan en la tríada (EE.UU. – Europa – Japón), y han incluido en las últimas décadas empresas del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y de potencias emergentes de segundo orden. 

Expresa Mario de Agüerro Aguirre (2000) que el paradigma de la globalización económica generó el desarrollo de empresas transnacionales que dio pie para el nacimiento de una economía de mercados abiertos que permitió, con el apoyo de tecnología, recursos financieros y el dominio del mercado, acceder al resto del mundo sin restricciones nacionales. Estos grupos trasnacionales fueron creando fusiones que devinieron en oligopolios que les otorga un control del mercado y los pone fuera del alcance del control soberano de la mayoría de las naciones donde operan, transformando el concepto de Estado-Nación (Agüerro, 2000: 54). 

La globalización se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales en una economía de mercado mundial, donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria, cobrando mayor importancia el papel de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales, junto con la sociedad de consumo. 

Eso hace que las multinacionales sean determinantes en el proceso del desarrollo del capitalismo global a través de las llamadas estrategias globales de despliegue, desarrollo y diversificación. Afirma Méndez (2004) que “las grandes empresas y grupos económicos de carácter transnacional, junto con los organismos e instituciones internacionales que establecen el sistema de normas que regula los mercados de productos y factores, pueden considerarse los de mayor relevancia en el momento actual, ganando en importancia relativa frente al anterior protagonismo de los Estados-Nación” (Méndez en Romero, 2004: 238). 

Son las empresas transnacionales las que impulsan los agronegocios apoyados por los gobiernos locales, organismos internacionales, la publicidad y propaganda, generando un nuevo escenario productivo, económico y cultural, a costa de: la pérdida de soberanía alimentaria, saqueo de los bienes de la naturaleza, contaminación del medio ambiente, 

impacto negativo en la biodiversidad y en la salud de los trabajadores y las poblaciones, precarización del trabajo, proletarización de las poblaciones rurales, mecanización de la producción, desempleo, uso intensivo de productos contaminantes, extranjerización de la tierra, avance de las fronteras agrícolas para expandir y aumentar la producción de monocultivos impulsado por un modelo de producción capitalista que intenta homogeneizar los territorios. 

Frente a esto, Leff (2009) plantea que la economía es la que afirma el sentido del mundo en la producción, la naturaleza se presenta cosificada, desnaturalizada de su complejidad ecológica y es convertida en materia prima de un proceso económico. Es decir, los recursos naturales se vuelven simples objetos para la explotación del capital. En esta era de la economía ecologizada la naturaleza deja de ser un objeto del proceso de trabajo para ser codificada en términos del capital (Leff, 2009: 1). 

Las políticas en torno a la biodiversidad no responden solamente a una preocupación por la pérdida de especies biológicas y por su importante papel en el equilibrio ecológico del planeta sino que, la biodiversidad se ha revelado como un enorme banco de recursos genéticos que son la materia prima de los grandes consorcios de las industrias de alimentos. Para los países y los pueblos donde se encuentran localizadas las áreas de mayor biodiversidad, esta representa, por una parte, el referente de significaciones y sentidos culturales que son trastocados cuando son transformados en valores económicos; y por otra parte, la biodiversidad es la expresión del potencial productivo de un ecosistema, ante el cual se plantean las estrategias posibles de su manejo sustentable, así como las formas de apropiación cultural y económica de sus recursos (Leff, E. 2009: 2). 

De este modo, la geopolítica de la biodiversidad y del desarrollo sustentable no solo prolonga e intensifica los anteriores procesos de intervención y apropiación de la naturaleza sino que lleva a su límite la lógica de la racionalidad económica. La economía se transmuta en una “transeconomía”, en una inercia de crecimiento que se ha desbordado sobre sus límites. Esta nueva geopolítica de la sustentabilidad se configura en el contexto de una globalización económica que al tiempo que lleva a la desnaturalización de la naturaleza con el discurso del desarrollo sostenible, promueve una estrategia de apropiación que busca “naturalizar” a la mercantilización de la naturaleza (Leff, 2009: 3,4). 

¿Para quién es importante este modelo? 

Los agronegocios son importantes para el crecimiento y desarrollo de los países del “norte”, para las corporaciones transnacionales y el mercado de las potencias dominantes, en tanto la 

desigualdad que generan y el grado de dependencia de los del sur respecto a los países desarrollados septentrionales, potencian la hegemonía de las grandes empresas transnacionales al mismo tiempo que fracturan y marginan los territorios del “tercer mundo” imponiendo una matriz productiva que es ajena a las comunidades que allí habitan y trabajan la tierra. 

Este modelo posibilita la producción de materias primas a gran escala en respuesta a las demandas de un mercado global cada vez más exigente de recursos naturales; se nutre de la desigualdad y de una cultura del consumo que va en aumento en disonancia con la mejora de la calidad del ambiente, la sustentabilidad y la soberanía de los pueblos. 

Por tal motivo, los países subdesarrollados al poseer las condiciones óptimas para la producción de commodities agrícolas a gran escala, son un blanco ideal de los países desarrollados que ven allí la posibilidad de abastecer las grandes demandas de sus propios mercados; por medio de: la imposición de nueva matriz productiva en el campo, a través de políticas neoliberales impulsadas por gobiernos locales y solventadas por organismos multilaterales de crédito, y relaciones verticales y horizontales que se entretejen en el mercado global, capitales transnacionales logran desplegar toda su maquinaria neo-colonizadora. Se obtiene bajo esta nueva colonización un aumento de las ganancias y una mayor concentración del capital, posibilitando la conformación de oligopolios o monopolios en el mercado. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA), expresa en un video institucional que: “...los agronegocios son una fuente importante de empleo e ingresos en todo el mundo” y afirma que: “Mejorar la sostenibilidad de las cadenas de valor alimentarias puede beneficiar a millones de hogares pobres en países en desarrollo, así como garantizar el acceso a alimentos nutritivos para todos” (Food and Agriculture Organization of the United Nations, 2016). 

Nada más lejos de la realidad, en especial, si se observan las cifras que se desprenden del informe “Panorama Social de América Latina” (CEPAL, 2018); allí se expone la alarmante cifra de 184 millones de personas que viven sumergidos en la pobreza en América Latina y el Caribe, el equivalente al 30,2% de la población, y de los cuales 82 millones se encuentran en la extrema pobreza (el 10,2% de la población, lo cual significa el porcentaje más alto desde el 2008). Estas cifras, que representan personas con derechos humanos vulnerados, dejan en evidencia los estragos que genera un modelo de negocios que hace décadas se ha instalado con gran protagonismo en gran parte del planeta y desde los cuales se retroalimenta. 

Lo que aporta ese sistema que impulsan diversos organismos e instituciones de poder locales, nacionales, regionales e internacionales, y que se efectúa por medio de las megacorporaciones transnacionales, es la transformación del espacio, la seguridad y soberanía alimentaria de los pueblos; es una mayor desigualdad, un aumento en la pobreza, y una mayor dependencia de los países del “sur” respecto a los del “norte”. 

Es por medio de “...la uniformización de los procedimientos y tecnologías, la especialización productiva y la homogeneización territorial” (Achkar, Domínguez, Pesce, 2008: 12) que esa dependencia se incrementa al demandar el “sur” productos con alto valor agregado y exportar hacia el “norte” productos de bajo valor agregado; sin embargo, de gran valor para los mercados de las potencias dominantes, que sin ellas no podrían desarrollarse. He aquí la importancia de los agronegocios como generador de un sobre-consumo en el “norte” y de un sub-consumo en el “sur”, a costa del sobreúso de los espacios ambientales y el expolio cada vez mayor de estos. 

Se genera por medio de la incorporación de una técnica industrial y urbana en los territorios rurales una nueva relación del hombre con su cultura, las actividades que emprende, y los vínculos que entreteje con su territorio; transformando a estos, modificando el territorio y adoptando el individuo una nueva forma de pensar, hacer y sentir; en tanto “las técnicas constituyen un conjunto de medios instrumentales y sociales, con los cuales el hombre realiza su vida, produce y, al mismo tiempo crea espacio” (Santos, 2000: 27). Los agronegocios son importantes para el capital transnacional, en tanto logran imponer una nueva forma “...de pensar, actuar y gestionar la producción, distribución y comercialización de alimentos que opera en una escala logística global” (Achkar, Domínguez, Pesce, 2008: 47). 

¿Qué fases presenta este modelo de agronegocios? 

En los agronegocios pueden identificarse diversas fases que se encuentran concatenadas y las cuales son cada vez más interdependientes, ellas son: 

• Fase pre-agrícola: esta fase se encuentra inserta en los laboratorios y estaciones experimentales; los lugares donde logran desarrollarse las investigaciones científicas, y se revén las técnicas utilizadas, adaptándolas a los nuevos descubrimientos o innovaciones que luego serán aplicados en la fase agrícola con el propósito de maximizar la producción y disminuir los costos y el tiempo de inversión. Es una ventana estratégica para los agronegocios, dado que permite consolidar los oligopolios al favorecer la creación de nuevos nichos de mercado. 

• Fase Agrícola: corresponde al conjunto de actividades productivas pertenecientes al sector primario de la economía. Su lugar de desarrollo son los espacios rurales, y se sirven de los bienes de la naturaleza como sustento productivo. Su motor de desarrollo es la producción de alimentos y materias primas que luego serán destinadas al mercado global. 

• Fase de distribución: corresponde a todas las actividades de expansión de los centros de distribución que permiten la extensión geográfica de los insumos, productos y servicios destinados a los productores para que se logre la mayor eficiencia en el conjunto de las fases que integran los agronegocios. El acopio y la comercialización a una gran escala se encuentran dentro de esta fase. 

• Fase Industrial: se incluyen en esta fase el conjunto de procesos industriales con la finalidad de transformar los productos agrícolas en materias primas para la fabricación de productos tales como alimentos y gaseosas. La demanda de productos obtenidos en esta fase es manipulada por medio de la propaganda y el marketing, acciones impulsadas por las empresas de alimentos que tienden a generar monopolios u oligopolios en los mercados. 

• Fase comercial: aquí se incluyen todos los mecanismos de venta de los productos provenientes del agro a los consumidores finales y sus niveles de intermediación (ejemplo: cadenas de hipermercados). 

• Fase de servicios: corresponde a las operaciones que representan el soporte de las actividades de producción, manufactura, circulación, distribución y almacenamiento, ejemplo de ellas: tecnología de la información y servicios financieros. 

Un refrescante compromiso: la sostenibilidad corporativa en acción 

Según reseña Coca-Cola en su página web, la compañía sitúa en el centro de sus actividades a las personas, es decir, sus empleados, quienes consumen sus productos y las comunidades a las que llaman “hogar”. Otros aspectos que destacan en la web, los cuales la empresa afirma perseguir son: valorar la diversidad y la inclusión; empoderar el acceso de las personas a la igualdad de oportunidades; valorar los derechos humanos y laborales; y el compromiso para con la diversidad de proveedores. 

La empresa afirma crear una cultura de inclusión, curiosidad y diversidad, en el trabajo y en las comunidades; además de alegar que su negocio es sustentable. En numerosas oportunidades se resalta el “compromiso” que tiene la compañía en favorecer a la igualdad, al desarrollo de las comunidades, la aplicación de nuevas formas de producción más “sustentables”. Se observa una política empresarial que intenta sistemáticamente incorporar los valores propios de una 

contracultura tanto en sus productos como en sus slogans publicitarios; de esta forma se renueva constantemente la “imagen” de la marca, favoreciendo a la construcción de un imaginario colectivo donde la marca se presenta como un actor responsable y con valores que a su vez la enaltecen y la humanizan. 

Sin embargo, entre las letras brillantes de sus promesas y la sombra de sus acciones, esta megacorporación teje una realidad distinta. En los escenarios donde el telón cae, su halo de pureza y humanidad se desvanece en el eco de un susurro hueco. Así, declama grandezas pero ejecuta desencuentros. 

En este sentido, Coca-Cola se ha trazado como objetivo para 2030, recolectar y reciclar el equivalente al 100% de los envases que introduce en el mercado; según la Directora de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad de Coca-Cola Argentina, Mariale Álvarez, tanto a escala global como local: 

“Nos llevó en el camino de tener que repensar los mismos productos que vendemos en nuestro portafolio, reconocer que nuestros negocios solo pueden prosperar en comunidades que prosperan: las problemáticas aún muy locales, de comunidades chiquitas, son importante en políticas de sustentabilidad en empresas como la nuestra. ...La sustentabilidad consiste en pensar a largo plazo. Si uno pone la mirada, no en el mañana, sino de pensar en los próximos diez, cincuenta, cien años y qué necesita el negocio para ser viable y aceptable para tus clientes, ahí es más fácil entender los ejes para trabajar” (PERFIL, 2019). 

Los ejes por los cuales se deben trabajar, según reseña la empresa en su página web, son aquellos que posibiliten desarrollar una economía circular, como modelo alternativo al modelo de producción actual, que permita un desarrollo sustentable. La sustentabilidad de la empresa intenta ser materializada por medio de diversas áreas de su actividad (envases, agua, agricultura) que más puedan aportar a esa economía circular y a la sustentabilidad. Según se expone en el “Informe comercial y sobre sustentabilidad 2018” (The Coca-Cola Company, 2018), las prioridades comerciales sustentables de la empresa son: incrementar las opciones de bebidas reducidas, bajas o sin azúcar en su portafolio; un mundo sin residuos; reponer agua a la naturaleza y a las comunidades; crear valor para todos aquellos vinculados a su negocio y empoderar económicamente a las mujeres. 

A priori, las palabras enunciada por la empresa se muestran seductoras; sin embargo, si se remitiese a los hechos y a los resultados, en particular de las políticas y grandes objetivos que se anuncian perseguir de forma muy vigorosa y responsable por parte de la compañía, el concepto de sustentabilidad y desarrollo sustentable asociado a un nueva economía que deja 

de ser lineal y pasa a ser circular, en sintonía con la naturaleza, es tan solo un recurso publicitario y de marketing más que se suma a la larga lista de ejemplos que posee esta empresa transnacional. 

Los informes y videos publicitarios que brinda dicha compañía deben analizarse con suma atención, en tanto, en 2018 por medio de una campaña publicitaria (The Coca-Cola Co., 2018) la empresa anunció que para el 2030 habrá “un mundo sin basura”, el mismo año en que también informaba, por primera vez, la cantidad de plástico que producía en sus fábricas, un total de 3 millones de toneladas de plástico, es decir, unas 200.000 botellas por minuto (Laville, 2019). 

La sustentabilidad es entendida por Coca-Cola como un recurso literario más, una herramienta, un concepto igualmente dulce como sus productos, un escudo publicitario y de marketing para conseguir un mayor crecimiento económico y una nueva imagen empresarial; donde en los hechos, las personas y el ambiente no adquieren la centralidad en su sistema, y mucho menos importante y prioritario lo son para esta preservar y evitar continuar degradando los servicios ecosistémicos. 

En un planeta dividido cada vez más, entre naciones que prosperan y otras que luchan, diversas entidades nacionales e internacionales -donde también se incluyen las multinacionales y organismos globales- contribuyen a reforzar esta fractura y a moldear la definición misma de desarrollo, determinando qué enfoque debe prevalecer. Sobre este escenario, asegurar una armonía entre: crecimiento económico, protección del ambiente y la sociedad como centro de un sistema donde se afirme la justicia social y ambiental en pos de un real desarrollo para las comunidades y la conservación del hogar al que llamamos planeta Tierra, se torna sumamente complejo y desafiante. 

En cambio, según lo planteado por Leff (2005) existe una sustancial alternativa: construir un nuevo modelo productivo y social en los países del Tercer Mundo y países tropicales, favorecería a un gran cambio en la matriz productiva dominante. Sin embargo, resulta realmente necesario mostrar cómo se construye ese mundo y sobre qué bases se fundamenta. “En este sentido, falta entender y aplicar algunos de los conceptos y de las ideas que hemos estado elaborando en América Latina sobre lo que sería la construcción de la sustentabilidad desde una racionalidad ambiental. Es decir, una racionalidad productiva basada en las condiciones ecológicas de cada región, de cada país, de cada localidad. Movilizar a todas las poblaciones desde sus conocimientos tradicionales hacia la incorporación de otros saberes, incluidos los científicos, y ponerlos a disposición de la recuperación de sus territorios, mediante 

modos de producción y estilos de vida sustentables: enlazar estas economías locales, estos modelos de sustentabilidad ecológica entre ellos, intercambiar técnicas, experiencias y saberes, y generar un proceso de diversificación de procesos productivos” (Leff, 2005: 168). 

Esto implica la necesidad de salirnos del modelo hegemónico de la idea de que la racionalidad económica ordena nuestras vidas y nos ofrece una vida sustentable. En la medida en que esta racionalidad ambiental vaya arraigándose y adentrándose en los procesos educativos también a su tiempo lo harán los tomadores de decisiones comprometiéndose más para darle oportunidad a la construcción de este “otro mundo” (Leff, 2005: 169). 

Sin embargo, lo que sucede hoy en día es que cuando surgen estas posibilidades, estas nuevas ideas propuestas dentro de los movimientos sociales emergentes, los grupos de poder establecidos se imponen sin siquiera permitir vislumbrar una pequeña porción de las propuestas que se plantean dado que sus intereses no coinciden con estas nuevas alternativas. 

Lista de referencias 

Achkar, M. & Domínguez, A. & Pesce, F. (2008). Agronegocios Ltda. Nuevas modalidades de colonialismo en el Cono Sur de América Latina. Recuperado de https://www.redes.org.uy/2008/03/01/agronegocios-versus-soberania-alimentaria/ 

CEPAL. (2018). Panorama Social de América Latina [archivo PDF]. Recuperado de https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/44395/11/S1900051_es.pdf 

Coca-Cola [The Coca-Cola Co.]. (2018, enero 19). Nueva iniciativa Coca-Cola por un Mundo sin Residuos. [Video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=JCIAyi3u46o 

De Agüerro Aguirre, M. (2000). Hacia el tercer milenio: el capitalismo globalizador y sus efectos. Revista Contaduría y Administración, No196, enero-marzo 2000. 

FAO [Food and Agriculture Organization of the United Nations]. (2016, noviembre 17). FAO Serie sobre políticas: Agronegocios y cadenas de valor alimentarias sostenibles (con subtítulos). [Video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=_ogNuVeNDHc 

Harvey, David (2003). Espacios de esperanza. Madrid: Akal. 

Laville, S. (14 de marzo de 2019). Coca-Cola revela que genera tres millones de toneladas de plástico al año. eldiario.es. Recuperado de https://www.eldiario.es/theguardian/Coca-Cola-produce-millones-toneladasplastico_0_87771 2947.html#:~:text=La%20empresa%20Coca%2DCola%20ha,a%20200. 000%20botellas%20por%20 

Leff, E. (2005). La Geopolítica de la biodiversidad y el desarrollo sustentable: economización del mundo, racionalidad ambiental y reapropiación social de la naturaleza. En: Semináro Internacional REG GEN: Alternativas Globalização (8 al 13 de Octubre de 2005, Hotel Gloria, Rio de Janeiro, Brasil). Rio de Janeiro, Brasil UNESCO. [Archivo PDF]. Recuperado de http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/reggen/pp12.pdf 

Leff, E. (2009). De la racionalidad económica a la crisis y de allí a las alternativas. En OSAL (Buenos Aires: CLACSO) Año X, N°25, abril. [Archivo PDF]. Recuperado de https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/osal/20110418095430/11leff.pdf 

PERFIL. (22 de agosto de 2019). Diseño, reciclaje y protección de cuencas: cómo CocaCola se transformó en una compañía sustentable. Recuperado de Rigaud, S. (2018). La invasión del plástico – Coca-Cola y un mundo lleno de basura [Película]. DW Documental. 

Romero, J. (ed.) (2004). Geografía Humana. Procesos, riesgos e incertidumbres en un mundo globalizado. Barcelona: Ariel. 

Santos, M. (2000). La naturaleza del espacio. Técnica y tiempo. Razón y emoción. Barcelona: Ariel. 

The Coca-Cola Company. (2018). Informe comercial y sobre sustentabilidad 2018 [archivo PDF]. Recuperado de https://www.cocacoladeuruguay.com.uy/content/dam/journey/uy/es/private/pdf/ReporteSus 2018.pdf 

Bibliografía 

DW [DW Documental]. (2019, septiembre 10). Bayer y Monsanto - La fusión y sus consecuencias | DW Documental. [Video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=9JdRpV0Rn-Q 

Webgrafía 

www.coca-colacompany.com 

https://www.perfil.com/noticias/sociedad/diseno-reciclaje-y-proteccion-de-cuencas-comococa -cola-se-transformo-en-una-compania-sustentable.phtml 

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