Una aproximación a la ética kantiana

12 de agosto de 2024 Por Jorge Barrera
Dice Kant: " hay dos cosas que me llenan de asombro: el cielo estrellado sobre mi cabeza y la ley moral en mi interior" Como ya hemos señalado en trabajos anteriores: mirar el cielo una noche estrellada es una sensación única, nos emociona, nos asombra y nos llena de preguntas misteriosas. Preguntas que disparan el deseo de conocer el cosmos. La inmensidad del universo nos conmueve.
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Pero, para Kant hay algo de su misma intensidad, algo intangible pero que lo sentimos fuertemente. Eso que vivenciamos es la ley moral, los griegos le llamaban el daimon. Sócrates en la apología dice:

“Es una voz que se deja oír en mi, y cuando habla es siempre para desviarme de mis resoluciones, nunca para excitarme a emprender”. Otros le llaman la conciencia, Freud hablaba del "súper yo”, es decir, la interiorización de las figuras parentales Kant se refiere a esta voz interior como el deber.

Como hemos señalado en anteriores entregas el filosofo de konisberg era hijo de una familia de trabajadores, que no poseían  una educación formal muy refinada. Su padre era trabajador del cuero, lo que se podría llamar un talabartero y su madre una ama de casa, no obstante, ambos eran sumamente rectos en su proceder moral. Esa conducta, sobre todo la  de su mamá, es lo que le hace pensar a Kant que la moralidad no depende de la instrucción académica, sino, que lo importante es templar el carácter para seguir ese mandato interior que poseen todos  los seres humanos.

En resumen para que un acto sea bueno, desde la perspectiva moral,  la voluntad se tiene que alinear con el deber. A eso le llama Kant: "la buena voluntad." Pero, nuestro filósofo le agrega otra condición: se debe actuar no sólo conforme al deber, sino, exclusivamente por el deber.

Si vemos una persona hambrienta, podemos darle un trozo de pan para quedar bien con quienes nos observan, o esperado que esa persona, algún día, nos devuelva el favor. Si actuamos de cualquiera de esos modos, estamos obrando conforme al deber, porque le hemos dado de comer a quien tiene hambre,  pero no por deber. Porque lo hemos hecho por un interés diferente a ese deber interior. Según este filosofo,  En dichos casos nuestra conducta no tiene ningún valor moral. Del mismo modo si lo hacemos esperando una recompensa en otra vida, tendrá un valor religioso, Pero,  tampoco tiene valor moral

En resumen frente a cualquier situación: se puede actuar de manera contraria al deber, es decir, no escuchamos la voz interior, sino que nos dejamos llevar por otras inclinaciones contrarias a lo que deberíamos hacer. La segunda posibilidad es actuar conforme al deber, cuando nuestra voluntad ordena  nuestro obrar en busca algún bien personal, por ejemplo para conseguir algo para nosotros. Por ultimo se puede obrar por deber, cuando seguimos la buena voluntad con el único interés de cumplir con el deber.

Si existiera un ser perfecto como Dios su voluntad sería Santa y siempre obraría por deber, pero, la voluntad humana es imperfecta, por lo cual no siempre actuamos buscando el bien.

Voy a realizar una pequeña digresión. Cierto día un vecino le ofrece a Kant llevarlo en su carro. El filósofo acepta, ahora bien, el dueño del carro le dice que antes de dejarlo en su destino debe realizar algún mandado. Kant ya no se podía bajar, el amigo se demoraba y se le hacían las cinco, la hora de su paseo. Al final pudo llegar a tiempo, pero, se puso muy nervioso lo que le provoco una gran angustia. Fue entonces que Kant formulo una máxima:  “nunca te subas a un carro que no pagues tu".  Fiel a su máxima, nunca más se subió a un carro ajeno.

Traigo a colación está historia, porque las máximas nos permiten ordenar nuestras acciones.

La máxima es un imperativo, un mandato que nos realizamos.

Por ejemplo:

"A Dios rogando y con el mazo dando" nos dice que no debemos esperar todo de la providencia, sino que debemos poner también nuestro esfuerzo.

Ahora bien un imperativo puede ser de dos formas: condicional o categórico.

Un imperativo es condicional cuando a través de su cumplimiento se logra otra cosa, por ejemplo, si subes sólo en tu carro serás dueño de tu tiempo.

El imperativo categórico, en cambio, ordena si considerar ninguna consecuencia. No levantar falso testimonio es un imperativo categórico.

En resumen:

Imperativos hipotéticos. Son aquellos en los que el mandato se formula únicamente como medio para conseguir otra cosa, no se formula de modo absoluto. Estos no son leyes morales.

Por ejemplo: Si quieres aprobar, debes estudiar. Si quieres tener unos dientes sanos, debes cepillártelos todos los días. Si no quieres que te pongan multas, no conduzcas a mayor velocidad de la permitida. Si quieres ser feliz a largo plazo, lleva una vida sana.

Imperativos categóricos. Son aquellos que imponen una norma de conducta de modo absoluto, sin ningún tipo de condición.

Únicamente éstos son leyes morales.

Por ejemplo: No matar a un inocente. No robar los bienes ajenos.  Ayudar a un anciano enfermo que se cae en la calle.

En cambio, si dices: Si no quieres ir a la cárcel, no debes matar; si no quieres ir a la cárcel, no debes robar; si no quieres que piensen mal de ti, debes ayudar a un anciano enfermo que se cae en la calle, esos últimos son imperativos hipotéticos, pues han sido formulados con una condición, no de forma absoluta y sin condiciones (como los imperativos categóricos, que hay que cumplirlos siempre, como principios morales absolutos).. Cómo podemos saber cuál es nuestro deber en cada situación? Kant ofrece el imperativo categórico como una herramienta.para.resolver esa dificultad. La ética kantiana es una ética formal. El imperativo categórico tiene que ser de carácter formal, es decir, una estructura vacía de contenido material.

Kant sostiene que las éticas que han existido antes de él eran todas éticas materiales, que poseían distintos contenidos, y una ética de contenidos no puede ser universal ya que cada sociedad posee sus conductas propias, entonces lo que es admitido como bueno en una seria malo en otra.

Las éticas materiales  establecían qué acciones están bien y qué acciones están mal. La ética

kantiana es una ética formal: no establece lo que hemos de hacer o hemos de evitar, sino cómo debemos actuar: debemos de actuar por respeto a la ley, por deber.

Las formulaciones del imperativo categórico.

El imperativo categórico debe asegurar tres condiciones a la ética, a saber:

Universalidad, humanismo y autonomía.

Universalidad significa que esta ética pueda ser aplicada exitosamente en todo tiempo y lugar.

Humanismo, es decir que pone al ser humano por encima de todo, que la moralidad implica su respeto irrestricto.

Por último autonomía, que la moral es resultado de la libertad personal, no es sino el libre albedrío el que guía los actos.

En consecuencia Kant nos presenta tres formulaciones del imperativo categórico.

La primera dice: “obra siempre de tal modo que la máxima de tu obrar se pueda convertir en ley universal de la naturaleza.”

Como ya hemos dicho, todo obrar es resultado de la aplicación de  una máxima, para aprobar un acto como moralmente  bueno. Esa máxima debe poderse aplicar en todo tiempo y lugar.

Si alguien dijera voy a pedir dinero prestado con intención de no honrar mi deuda, evidentemente, esa máxima no puede universalizarse.

En cambio la máxima: “siempre con la verdad" resiste el imperativo categórico porque construye confianza.

La segunda formulación dice: “ trata siempre la humanidad, tanto la propia como la ajena, como un fin y nunca como un medio." Es decir, nunca podemos tomar la humanidad como un instrumento para otro fin, ya sea para obtener provecho personal o para lograr otro fin, la humanidad de cada persona es un fin en sí mismo. No es el ser humano alguien que pueda ser considerado como una mercancía.

En este imperativo se puede reconocer la influencia del cristianismo y su regla de oro: “ ama a tu prójimo como a ti mismo”. Así mismo, es fundamento de los derechos humanos.

Por último la tercera formulación del imperativo categórico reza: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal.

La autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes morales, así como de los deberes que se ajustan a ellas; en cambio toda heteronomía del albedrío, lejos de fundamentar obligación alguna, se opone al principio de dicha obligación y a la moralidad de la voluntad.

De este modo Kant nos presenta su ética, original y rigurosa.